Fotografía y Cielo

Cometas

Los cometas son parte del Sistema Solar, al igual que los asteroides y planetas. Están formados por hielo, polvo y rocas que orbitan alrededor del Sol. Pueden tener trayectorias elípticas, parabólicas o hiperbólicas, aunque la mayor parte de ellos poseen órbitas elípticas de gran excentricidad, por lo que se trata de órbitas tan alargadas que muchos tardan miles de años en volver a acercarse al Sol.

La diferencia respecto a los asteroides radica en el tipo de materiales sólidos que componen estos cuerpos celestes. Cuando se encuentran «próximos» al Sol, buena parte de sus materiales se subliman, pasando de estado sólido a gaseoso, generando así una envoltura de gas y polvo en torno al núcleo. La interacción entre el viento solar y dicha envoltura, forma la conocida y espectacular cola del cometa, que no es más que polvo y gas ionizado. Este es el motivo por el que la cola se extiende millones de kilómetros a lo largo la línea recta definida por el núcleo del cometa y el Sol, pero en el sentido de alejamiento; es decir, oponiéndose a él. Es análogo a lo que ocurre con la cola de una cometa de juguete cuando se hace volar por acción del viento (movimiento del aire atmosférico); la cola se orienta en dirección al viento y se extiende de manera que se aleja del lugar del que sopla.

A medida que los cometas se van alejando del Sol, la acción del viento solar sobre ellos va disminuyendo, y por ende la cola se va desvaneciendo hasta desaparecer completamente. Mucho tiempo más tarde, cuando vuelven a acercarse al Sol (si es el caso, según su tipo de órbita), comenzará de nuevo la sublimación de materiales y el ciclo vuelve a repetirse. En cada acercamiento, si el cometa «sobrevive», va perdiendo brillo porque le queda menos material volátil que expeler. Con los sucesivos acercamientos al Sol, al ir completando órbitas, termina por perder todos sus materiales volátiles. En ese momento y ya con menor masa, pasará a ser un asteroide normal.

Pese a que la transformación del cometa en asteroide puede transmitirnos una sensación de tristeza por ser menos espectacular, sirva de consuelo decir que las colas de los cometas dejan tras de sí un rastro de gas y polvo (partículas sólidas) que en contadas ocasiones cruzan la trayectoria de la Tierra. La buena noticia en estos casos, para aquellos a los que les gusta disfrutar de los espectáculos astronómicos, es que contaríamos con una nueva lluvia de meteoros o «lluvia de estrellas» con periodicidad anual (cada vez que la Tierra al recorrer su trayectoria alrededor del Sol cruce la estela del cometa). Esto es lo que ha ocurrido por ejemplo con las Perseidas, también conocidas como «Lágrimas de San Lorenzo».


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